viernes, 25 de junio de 2010

LA HOJA VOLADORA


Una noche de tormenta estaba Lita en su camita hecha de hojas, cuando de repente una ráfaga de viento la llevó volando encima de la hoja hacia el bosque.

Estaba tan oscuro que a lo lejos pudo ver una luz,
- Es un cohete - pensó, pero se equivocaba, era una luciernaga, que siguió volando, y desapareció.

Mientras Lita seguia con su vuelo, a lo lejos vio una bola roja
- Es un balón - pensó la hormiguita
Pero otra vez se equivocaba, se trataba de una mariquita, que le dió una piedrecita morada y desapareció.

Entonces el viento sopló mas fuerte y la hoja alzó el vuelo más y más alto, tanto que llegó hasta el espacio. En un planeta rojo, la hojita mágica se posó y Lita vió desde lejos una personita verde,
- ¡Es un marciano, es un marciano! - gritó asustada
Y esta vez nuestra amiga no se equivocaba, se trataba de un extraterrestre, que se acercó a ella con la intención de comerla.

Justo en el momento en que Lita iba a ser devorada, cerró los ojos y cuando los abrió de nuevo vió que se encontraba de nuevo en su laberinto.
- Ufff, solo estaba soñando, ¡menos mal!

Pero entonces miró hacia el suelo y encontró la piedrecita morada que le había dado la mariquita. Si solo habia sido un sueño, ¿porque tenía esa piedra tan extraña?
Por mucho que lo intentaba no conseguia entenderlo, así que decidió dejarlo pasar y disfrutar de los dias junto a sus amigos.


viernes, 18 de junio de 2010

LITA Y LAS MIGAS DE PAN

En una de las conversaciones que tenía Lita la hormiguita con su amiguito el bebé Mario, esta se lamentaba: "soy muy chiquitita, soy poquita cosa, mirate tu, con unas manos que me aplastarian solo con rozarme ".
Pensaba que era tan pequeña que nadie reparaba en ella y se sentia triste y olvidada.
Llegó incluso a envidiar a su amiguito Mario, porque era más grande.

Pero un buen dia, mientras recorria los laberintos de blancos azulejos vio como Mario cogia su primer juguete y se le caía de las manos, pero lo intentó y lo intentó hasta que consiguió mantenerlo entre sus pequeñas manitas.
Sin embargo ella era capaz de recoger migas de pan y huesos que le doblaban en peso y tamaño sin ningún esfuerzo.
Se sintió tan fuerte que recogió miles miguitas de comida sin parar, que la pudieron alimentar durante toda la epoca de sequia.

Entonces se dio cuenta, da igual ser grande o pequeño, fuerte o debil, porque precisamente de eso que nos hace especiales surge nuestra gran oportunidad, que lo importante es luchar y no decaer.

EL FANTASMA BUAAA

En un laberinto metido debajo de un suelo blanco inmaculado, vivia Lita, la hormiguita. Era muy feliz recorriendo sus paredes, pero siempre se encontraba un poco sola.
Un buen dia empezó a oir ruidos extraños: buuuuuuuaaaaaa... Es un fantasma, pensaba, y se asustaba solo con pensarlo.

Después de varios días, decidió salir del laberinto hacia ese desierto de suelo blanco. Cada vez escuchaba ese estruendoso sonido más alto.
Investigó e investigó y se encontró con un tronco marrón muy alto, que sujetaba una cama, una enoooooooorme cama para una hormiguita. De esa camita salian cada vez más de esos ruidos: bbuuuuuuaaaaaaa. Se llenó de valor y trepó valiente por el gran tronco. Al llegar arriba se encontró un animal extraño, algo que nunca antes habia visto, con enormes brazos y pies y una boca muy grande con mejillas sonrosadas.

Lo miró un rato, y descubrió que de ahí era de donde salian esos tristes sollozos. Despacito, se acercó hasta una cueva a cada lado de las mejillas coloradas, y dijo: ¿que es ese ruido? ¿porque suena tan angustioso?
De golpe, el buuuuuuuuuaaa dejó de oirse y en su lugar aparecieron palabras con una voz dulce que decía: me llamo Mario, soy un bebé y estoy llorando porque quiero tener un amiguito.

En ese momento, la hormiguita dijo, yo soy Lita y vivo ahí en un pequeño laberinto al que se entra por ese agujerito... Desde aquel día, Lita cruzaba el suelo de azulejos blancos y trepaba todos los días por el enorme poste para contarle sus aventuras a Mario, así los dos se hicieron muy amigos y nunca más estuvieron solos.